En el Océano Atlántico desde las costas noruegas a las canarias, habita el Cherne, perteneciente a la familia del mero.
Durante los doce meses del año es propicia la pesca de este pescado blanco de agua salada en nuestras costas. Durante años fue objeto de los pescadores por su gran tamaño, pero ahora es una especie protegida. Su captura tiene gran relevancia para pescadores deportivos y submarinistas.
El también conocido como “Mero de roca”, habita en fondos marinos de baja profundidad y alimenta su voraz apetito con toda clase de algas, peces, moluscos, crustáceos, frutos y larvas. Todo ello gracias a su potente mandíbula. Es uno de los peces más emblemáticos de nuestras costas.
Este pescado que perteneciente a la familia del mero, posee prácticamente todas sus características aunque tienen tres diferencias fisiológicas principales:
- El Mero tiene todo su perfil craneal convexo (presenta una curvatura general a lo largo de toda la cabeza), mientras que el Cherne presenta una depresión anterior al ojo y otra posterior.
- Los dientes del mero son más grandes que los del cherne y presenta varios del tipo «dientes caninos«. El cherne no dispone de estos grandes dientes.
- El mero presenta 3 fuertes y grandes crestas óseas (como espinas fuertes y grandes) en sus opérculos. El cherne presenta tan solo una.
El color en los ejemplares muy grandes sí que confunde porque ambos son violáceos o marrones. En los jóvenes no existen dudas porque el mero presenta bandas anchas transversales a lo largo de su cuerpo. Al ser ejemplares tan grandes el color se uniformiza y dejan de aparecer estas bandas.
Su preparación culinaria es prácticamente igual. Entero limpio; Lomos con o sin piel, etc…; Encebollado con papas; Filetes de cherne en papillote con verduras; Lomos al graten con cilantro, con mojo; en salsa verde; sancocho de pescado,…
Por sus características puede ser preparado de diferente forma según la zona, el gusto y las necesidades nutricionales del consumidor.