La recta final del verano y el arranque del otoño marcan una época de gran variedad: muchas frutas y hortalizas de verano siguen de temporada mientras damos la bienvenida a otras que anuncian el cambio de estación.

Hacia finales del verano cambia la luz y las temperaturas se suavizan. Nos adentramos poco a poco en un nuevo ciclo y eso se nota en la huerta.

Perdura buena parte de la cosecha de verano, que sigue madurando y es cada vez más dulce, por la acumulación de sol. Pero a su vez aparecen nuevas frutas y hortalizas que anuncian la transición y que convierten septiembre en un mes de mucha variedad, ideal para encarar la recta final del verano y dar la bienvenida al otoño.

De hecho, el cambio en la naturaleza es tan palpable que la medicina tradicional china habla en esta época de una quinta estación, el llamado verano tardío, que se asocia al elemento tierra.

Con el verano tardío llega el momento de cuidar especialmente del bazo, el páncreas y el estómago, los órganos de la digestión y la nutrición. Pasamos del descanso y la desconexión a retomar una rutina que muchas veces somete al organismo a un ritmo mucho más acelerado, y la digestión se resiente.

Nuestro cuerpo sigue agradeciendo las comidas frescas y ligeras, pero también el movimiento y que nos tomemos buenos momentos para desconectar y hacer la transición menos brusca.

En preparación del otoño muchas personas aprovechan durante este mes o el siguiente para realizar alguna cura depurativa con uvas, una de las frutas estrella de la temporada. Pero no es la única…

¿QUÉ FRUTAS Y VERDURAS ESTÁN DE TEMPORADA EN SEPTIEMBRE?

Los melocotones, las nectarinas, las peras de verano, los melones y algunas bayas siguen estando en su mejor temporada a finales de verano.

Entre los melocotones, los mejores ahora son los de viña y llega la esperada cosecha de los melocotones de Calanda, con denominación de origen. Entre las peras, se puede ya disfrutar de otra variedad muy apreciada: la pera ercolina. Y aún maduran sandías y ciruelas que nos permitirán alargar el verano.

Entre las novedades encontramos varias frutas de temporada breve que alegran y suavizan la vuelta a la rutina. Las uvas, sin ir más lejos, pero también los higos y las moras, que ahora están en su mejor momento.

Además arranca la temporada de la manzana, tan beneficiosa para esos órganos digestivos que en esta época requieren más nuestra atención. También se inicia la de otras frutas que se irán consolidando a medida que nos adentremos en el otoño, como el kiwi, el aguacate o el mango.

A finales de mes incluso podrían llegar alimentos que asociamos con el otoño: los primeros dátiles frescos y los primeros membrillos, chirimoyas y granadas, aunque a veces hay que esperar hasta el mes siguiente.

En la cesta de la compra tampoco faltarán en esta época buenas hortalizas. Las acelgas están en un gran momento y siguen creciendo buenas lechugasberenjenascalabacinespepinoscebollaspimientos tomates. Incluso judías verdes.

Pero además llegan los champiñones, algunas coles, puerros más gruesos y las primeras calabazas y batatas, anunciando también el otoño.

TAMBIÉN ES UN BUEN MES PARA…

El final del verano es el momento de disfrutar de las primeras almendras del año.

Con los excedentes de fruta madura y algunas hortalizas puedes preparar deliciosas mermeladas y confituras.

  1. Higos ricos en calcio

En los paseos veraniegos es un placer recoger los higos directamente del árbol y degustarlos a la sombra de la higuera. Son, sin duda, una exquisitez: jugosos, dulces y suculentos.

Pero, además de un regalo para los sentidos, lo son para el organismo. Aportan energía por sus azúcares, que se acompañan de abundante fibra (casi un 3%). Esta es útil frente al estreñimiento y para fortalecer la flora intestinal beneficiosa.

Sus minerales, principalmente calcio, pero también potasio y magnesio, contribuyen a proteger la salud de los huesos.

  1. Uva depurativa y protectora

Tras un verano caluroso llega la mejor recompensa: unas uvas jugosas y dulces repletas de valiosos nutrientes.

El dulzor se lo otorgan sus azúcares, que proporcionan energía de forma inmediata y se acompañan de fibra y algo de vitamina C.

Sin embargo, por lo que más destaca la uva es, sin duda, por sus antioxidantes. El resveratrol es el más conocido, aunque no el único. Su capacidad para neutralizar radicales libres se asocia a una mayor protección cardiovascular y anticancerígena.

Comerlas con la piel permite aprovechar mejor los antioxidantes y obtener más fibra, que alivia el estreñimiento y favorece la depuración.

  1. Pera ercolina contra la hipertensión

La mancha roja que luce esta fina y dulce variedad de pera refleja la zona de la piel bañada por el sol mientras crecía en el árbol. Se cultiva mucho en Murcia, el mayor productor de España y Europa. En Jumilla cuenta con denominación de origen.

En caso de hipertensión la pera es una fruta muy aconsejable, pues su abundante potasio y gran cantidad de agua le confieren un marcado efecto diurético y depurativo.

La presencia de fibra y flavonoides es mayor en la piel de la pera que en la pulpa. Si eliges peras de cultivo ecológico, podrás poder comerlas con la piel sin riesgo de ingerir plaguicidas.

Su fibra la hace asimismo algo laxante, lo que resulta útil para aliviar el estreñimiento. Entre sus azúcares destaca la levulosa, bien tolerada por las personas diabéticas.

  1. Manzana, un gran digestivo

A finales de verano arranca la temporada de manzanas. Si bien podemos encontrar cada vez más variedades en los mercados durante todo el año, es ahora cuando empiezan a madurar de forma natural y tienen mejor sabor.

La manzana, bien tolerada por todo el mundo, es ligera y rica en vitamina C: una pieza de 150 gramos aporta el 30% de la que se precisa al día y solo 75 calorías.

Sus ácidos y sales estimulan las secreciones digestivas y ejercen un efecto antiséptico, por lo que despierta el apetitomejora la digestión ayuda a mantener la boca sana.

Posee, además, una fibra muy valiosa: la pectina. No solo favorece el tránsito intestinal y protege la flora bacteriana, sino que también contribuye a reducir los niveles de colesterol.

Al igual que con la uva, con la manzana se realizan curas depurativas en los cambios de estación. Se indican frente a la hipertensión, los eccemas crónicos, el ácido úrico, las afecciones hepáticas y las diarreas por gastroenteritis.

Recién cosechada, la manzana resulta más fresca y sabrosa. Puedes disfrutarla al natural, bien lavada y con piel, pero en postres y platos salados te ofrece también infinidad de posibilidades.

  1. Melocotón de Calanda con todos sus antioxidantes

El esmero con el que se cultiva esta variedad tardía de melocotón amarillo, que crece en la comarca del Bajo Aragón, le ha valido la denominación de origen. Y no en vano. Su pulpa firme y carnosa resulta deliciosamente dulce y aromática.

El secreto de su calidad reside en el embolsado de los melocotones mientras están en el árbol. Entre junio y agosto, se protegen uno a uno para preservarlos de las plagas y las sustancias químicas que puedan emplearse durante el cultivo. Así permanecen al menos nueve semanas hasta su recolección a mano, que se realiza una vez maduros. Al mercado llegan, recién recogidos, entre septiembre y octubre.

Los melocotones, ligeramente laxantes y diuréticos, proporcionan las tres vitaminas antioxidantes que contribuyen a retrasar el envejecimiento: un único fruto de unos 200 gramos aporta el 33% de la vitamina C que se requiere al día, el 15% de la A y el 10% de la E.

  1. Mango supervitamínico

Puedes disfrutar prácticamente todo el año del mango, pues se trae de diferentes países. Sin embargo, desde finales de verano y hasta finales de otoño maduran los mangos que se cultivan en nuestro país, principalmente en la zona de Málaga.

La jugosa y aromática pulpa de esta exuberante fruta tropical inunda la boca de sensaciones cuando se prueba. ¡Y nuestro organismo de nutrientes!

El mango es rico en las tres vitaminas antioxidantes A, C y E, una valiosa combinación para combatir la oxidación provocada por los radicales libres y mantener la salud. Como la papaya, contiene enzimas que lo hacen muy digestivo, y además produce un efecto laxante, útil frente al estreñimiento.

Puedes añadir mango a tus batidos y macedonias o dar un delicioso y sorprendente toque exótico a ensaladas, salteados, pastas y arroces.

  1. Moras, hierro y vitamina C en estado silvestre

Despedir el verano con excursiones por el campo ofrece el aliciente de poder recoger por el camino estas sabrosas bayas, aunque si no tienes la oportunidad de comerlas de las zarzas no deberías dejar de aprovechar su breve paso por los mercados.

Las moras, en las que el dulzor de sus azúcares se entremezcla con un sabor ligeramente ácido, albergan en su pequeño interior nutrientes muy valiosos: fibravitaminas C y Eácido fólico y algo de hierro. Pero sobre todo aportan, como otras bayas, el efecto antioxidante de sus antocianinas.

Las antocianinas, responsables del color morado de las moras, protegen la salud cardiovascular y refuerzan el sistema inmunitario.

Además, las moras poseen propiedades astringentes útiles en caso de diarrea, aunque cuando están muy maduras pueden tener el efecto contrario y acelerar el tránsito intestinal. ¡Cuidado si te excedes en tus excursiones!

Aguantan de 2 a 3 días en el frigorífico y pueden congelarse, enteras o en compota.

  1. Acelgas contra la anemia

Simplemente hervida, con unos garbanzos o un poco de patata, o como relleno de unas croquetas vegetales, la acelga ofrece platos reconfortantes y muy nutritivos.

Su abundancia en hierroácido fólico y vitamina C la hace especialmente indicada en la anemia. Además, es rica en potasio.

En vitaminas es una campeona. Unos 200 gramos proporcionan toda la vitamina A que se requiere al día, el 50% de la B6 y una quinta parte de la B1 y B2.

Estudios recientes han identificado en la acelga hasta 13 antioxidantes polifenólicos diferentes, que se han relacionado con una mejor salud cardiovascular y regulación del azúcar sanguíneo.

  1. Col blanca, tu aliada contra el cáncer

Con el final del verano vuelven las coles, que se irán consolidando a medida que avancen el otoño y el invierno. Una de las primeras en llegar es el repollo, que se puede consumir cruda en las ensaladas de otoño e invierno y con la que se suele preparar el chucrut, un probiótico que refuerza la flora intestinal.

Esta clásica verdura es rica en las vitaminas C y E, aunque también aporta una buena dosis de vitaminas del grupo B, en particular de ácido fólico. Además aporta calcio en una forma que al organismo le resulta fácil de asimilar.

Pero por lo que más destacan esta y otras coles es por su importancia en la prevención del cáncer, a la que contribuyen sus antioxidantes y fibras. Protegen también la salud del corazón.

Por su sabor dulce, la col repollo es deliciosa en sopascocidostrinchada con patatas y ajo frito o rellena. Si se cocina, se aconseja tomarla con anís o jengibre para evitar los gases.

En una ensalada cruda, córtala bien finita y añádele un poco de comino: le sienta bien y también te ayuda a prevenir los gases.

  1. Champiñones como soles: te aportan vitamina D

Bajo esa imagen de seta modesta los champiñones esconden tesoros insospechados. No solo son ligeros y ricos en minerales y vitaminas del grupo B, sino que aportan nutrientes poco habituales en los vegetales, como el selenio y la vitamina D.

Ponlos una hora al sol antes de comértelos y multiplicarás la vitamina D. Un estudio demostró que el aumento en sangre era equiparable al de tomarla en suplemento.

El selenio y otros antioxidantes protegen al organismo del deterioro celular. Además aportan abundante potasio, lo que los hace aconsejables en caso de hipertensión.

  1. Maíz tierno, más ligero y digestivo

Esta época brinda la oportunidad de disfrutar del maíz recién cosechado, cuando todavía está tierno y sus granos inundan la boca de dulzor al ceder entre los dientes.

Así tierno el maíz se asemeja más a una hortaliza que a un cereal: conserva mucha agua y sus azúcares aún no se han transformado en almidón, lo que lo hace más ligero y fácil de digerir.

A diferencia de cuando está seco, el maíz tierno conserva su vitamina C: una ración de 100 gramos cubre la cuarta parte de las necesidades diarias. Pero además aporta betacaroteno, un nutriente inusual en los cereales, y varias vitaminas del grupo B.

El maíz y su harina son una opción para las personas celiacas o que no toleren el gluten.

  1. Puerros para tus defensas y la circulación

En verano los puerros son más finos y, a medida que avanza el otoño, se vuelven más gruesos y su sabor más intenso, lo que los hace ideales para la cocina otoñal e invernal.

Como la cebolla y el ajo, sus parientes cercanos, es rico en compuestos azufrados que refuerzan la inmunidad y mejoran la circulación.

Además de ligeros, se consideran laxantes, diuréticos y tan digestivos que actúan como un bálsamo en el estómago. Si no se cuecen en exceso, también aportan buenas dosis de ácido fólico y de otras vitaminas como la C y la E.

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